viernes, 14 de agosto de 2015

El valor para marcharse, miedo a llegar 


          El martes 11 de agosto era el día. El día de ir a por todas, y empezar otra vida. Pero también era el día de dejar muchas cosas atrás. Las despedidas de la gente a la que quieres siempre son muy duras, y más si son por 10 meses. Pero nosotros nos lo hemos buscado y allá vamos.
Andreiña, mamá, Noe (mi prima), Pili (mi madrina), José (mi hermano) y papá.
          Embarcamos antes de las once y media y a las doce y cuarto salía el avión. Paramos en Madrid y comimos allí (muchos en el Burguer King, para empezar bien nuestra dieta americana). El vuelo grande de verdad comenzaba. No puedo decir que nueve horas en un avión sean algo cómodo. Hagas lo que hagas: escuchar música, leer, intentar dormir, ver una peli, comer... Estas son algunas fotos de Helia, Xulia y familia en sus momentos de máximo esplendor:
 

          Nos dieron varias veces comida y a mi personalmente no me gustó, por ejemplo, a Helia lo que más gracia le hizo del pollo fue la pegatina, pero ya sabéis, para gustos colores.


El avión aterrizó y con él nuestras ganas de pisar tierra estadounidense, pero tuvimos que esperar una hora dentro del avión hasta que encontrasemos un parking. Lo único bueno de esperar es que vimos el atardecer en Nueva York desde un avión. El cansancio era notable, pero se fue pasando con un exclamación de sorpresa al ver los primeros taxis amarillos. Recogimos maletas y descubrimos que no se pueden sacar fotos un poco tarde, pero bueno, cosas de la vida. En la primera de las fotos, al fondo está el skyline de Manhattan, aunque no se vea bien. 

        
         Llegamos al hotel (ansiado Hilton), y nos dieron todos los documentos de la orientación del día siguiente, las identificaciones, la camiseta...  Aunque quizás solo fueron las doce o la una de la noche, nosotros llevábamos 24 horas sin dormir (si no lo conseguimos hacer en el avión, vamos), así que probamos las grandes camas de ese hotel de cuatro estrellas. Nos esperaba un gran día. 
Xulia mostrándonos su belleza natural

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         Ahora sí que toca, el verdadero Nueva York. A algunos nos afectó el cambio horario, pero a las ocho estábamos listos para tomar un gran desayuno. Que os voy a decir, americanadas varias, como siempre. Desde salchichas y bacón, hasta un revuelto de huevos raro al que alguno denominó tortilla. 
          
          Después numerosas reuniones, juegos para conocernos mejor... Para esto nos organizaron por equipos (rojo, naranja, amarillo, blanco, verde, azul, violeta...), ya que había estudiantes de intercambio de todo el mundo: tailandeses, coreanos, españoles, alemanes, chinos, sudamericanos... Nos pusieron diversos vídeos y situaciones sobre el acoso ("si tu host father te pide que te sientes en sus rodillas no lo hagas") y con dos bocadillos del Subway como comida marchamos a recorrer la ciudad que nunca duerme. 

          15 minutos rápidos en una tienda de souvenirs y el Empire State era parada imprescindible, aunque la cola no fuese lo que se dice pequeña. Las mejores vistas de Nueva York, sin dudarlo. Después me enteraría de que los que llegaron más tarde, por el tiempo de espera los llevaron al Rockfeller Center, que tampoco estuvo mal. 


Cause we are in New Yoork 



          Una de las mayores ilusiones de Nuria ese día, era sacarse una foto con un guardia. Pero no valía uno cualquiera, tenía que ser como el de las pelis. Y con instrucciones detalladas encontramos unos (la foto con el primero, era por si no encontrábamos a nuestro guardia de película). 


         Y ahora viene la mejor parte del viaje: el barco. Subimos a él sabiendo que ibamos a ver todo Nueva York, pero nada más. 
Sí, esta es una foto emocionada mía subiendo.
 Digamos que Nuria se aburre mucho.
Allí ibamos a cenar, así que pusieron comida extraña en unas mesas. Y aquí podéis creerme, sí que era comida extraña. Y también nos pusieron un dj, todo normal. Ibas en un barco viendo Nueva York, mientras un dj ponía música inspiradora, para que todo pareciese un sueño. Pero no nos engañemos, eramos más de 70 españoles, ¿qué ibamos a hacer? ¿quedarnos sentados? Subimos a la cubierta, y nos pusimos a bailar. Vale, puede que los bailes no fuesen muy normales, pero el resto de la gente tenía una expresión en la cara entre "un poco" extrañada y divertida. Algunos japoneses nos sacaron bastantes vídeos y otros se animaron (como tiene que ser). No me saqué muchas fotos en ese momento, porque me lo estaba pasando genial, pero esta que nos sacó Andrea y mi cara lo representan:



          Recuerdo que Ana María dijo "cuando tengáis vuestro peor día o momento en América recordad este momento y lo bien que os lo estáis pasando y que por eso ha merecido la pena". No me olvidaré de ella perreando, I promise. 
          También, por supuesto, nos sacamos fotos con la estatua de la libertad al fondo, el puente, el skyline, la bandera...

Bandeira galeguiña

Con Nuria y el famoso puente al fondo

Heli



Ana María

Nuria, Area y yo




Por la noche volvimos al hotel y nos dieron la información de los vuelos y más cosas sobre nuestra estancia, pero de eso hablaremos otro día. En resumen , Nueva York fue increíble, con gente que lo hice mejor aún. Espero que todos tengáis un año increíble, y que cuando nos volvamos a ver en más de 10 meses todos habremos cambiado. América nos espera!





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